"El pan es el báculo de la vida" (Jonathan Swift) (1667-1745).
Todas las grandes civilizaciones desde el origen del hombre se han
desarrollado en torno a un cereal. Ya en la época neolítica el hombre descubrió
las propiedades de los mismos y desde entonces el pan ha formado parte de la
cultura universal y ha pasado a ser posiblemente el más emblemático de los
alimentos y, sin ningún lugar a dudas, uno de los pilares de la dieta
mediterránea.
Gavillas de trigo en un campo. Vicent Van Gogh.
(1853-1890).
Las primeras referencias sobre la producción de pan las encontramos en
el antiguo Egipto. Las periódicas crecidas del río Nilo favorecieron el cultivo
de los cereales y en particular el del trigo. Fueron ellos quienes descubrieron
el proceso de la fermentación y como consecuencia el pan tal como hoy lo
conocemos, pues hasta entonces se hacía el conocido como ‘pan ácimo’, sin
levadura y, por lo tanto, sin fermentar. El alimento de las clases sociales más
pobres era pan y cebolla, de ahí el dicho de ‘contigo pan y cebolla’ para
establecer la disposición a compartir con alguien las circunstancias adversas.
También parece ser que fueron ellos quienes establecieron la costumbre que aún
perdura de colocar un trozo de pan en el lugar destinado a cada comensal.
Grecia llegó al conocimiento del pan a través de sus relaciones
comerciales con Egipto y convirtieron su elaboración en todo un arte, creando
diferentes masas panaderas según el cereal que les daba origen y añadían a
éstas diferentes complementos como especias, miel, frutos secos o aceites
presentándolas en formas muy diferentes, siendo de esta manera los precursores
de la pastelería. En un principio para los griegos el pan tenía un carácter
divino, siendo utilizado en diferentes tipos de ofrendas a sus dioses, de hecho
representan a Demeter, diosa de la nutrición, con una larga cabellera de
espigas de trigo maduro. En la mitología griega se cree que la búsqueda por
parte de Jason y los argonautas del vellocino de oro podría ser una metáfora de
la búsqueda de las rutas del trigo. Amasaban harina con aceite y vino para
ofrecérsela a los dioses creyendo que esta ofrenda daría como resultado
excelentes cosechas de los tres elementos.

Cesta de pan ( Salvador Dali )
En el Imperio Romano la historia del pan es abundante, su elaboración
estaba en muchas ocasiones sujeta a criterios políticos. El pueblo llano
prefería en muchos casos alimentarse de gachas y papillas, considerando el pan
como un alimento sólo al alcance de las clases más privilegiadas. En el año 30
a. C., Roma contaba ya con más de 300 panaderías dirigidas por expertos
obradores griegos. El precio estaba perfectamente establecido por los
magistrados y, en época del emperador Trajano, se constituye una primera
asociación de panaderos: el Colegio Oficial de Panaderos, de carácter privilegiado
(con exención de impuestos para estimular al sector) y por el cual se
reglamentaba estrictamente la profesión, ésta era heredada obligatoriamente de
padres a hijos. Los romanos perfeccionaron las técnicas concernientes a los
molinos, máquinas para amasar y hornos; todavía hoy conservamos el término
horno romano para referirnos al horno de calentamiento directo. Era tal la
importancia en su alimentación que el poeta latino Juvenal, en una de sus
sátiras, llega a decir “panem et circenses” o, lo que es lo mismo, pan y circo
es lo que necesita un romano para vivir. Los panaderos clasificaban los panes
según su composición, forma y a quien estaba destinado su consumo. De esta
forma elaboraban el ‘panis militaris’, destinado a los militares, caracterizado
por tener una larga duración ya que durante sus campañas y conquistas su
alimentación consistía principalmente en pan y vino, unión de dos alimentos que
llegara a ser tan significativa en la historia. A los esclavos y pobres se
destinaba el ‘panis plebeius’, pan moreno, menos valorado que el procedente de
harina blanca. Roma extendió por todo su imperio la cultura del pan, excepto en
Hispania, donde ya era conocido al ser conquistada.
El periodo oscuro que supuso para el hombre la Edad Media también tuvo
su reflejo en el avance de las técnicas de panificación, donde su desarrollo
fue prácticamente nulo, la producción del mismo se redujo al ámbito de los
monasterios. Por diferentes motivos, el cultivo de cereales descendió
notablemente dando lugar a constantes periodos de hambruna. Las clases más
privilegiadas lo usaban como plato para la comida y posteriormente se lo daban
a los pobres.
Bien entrado el siglo XVIII las mejoras que se realizan en las
diferentes técnicas de elaboración traen como consecuencia un abaratamiento del
precio y el consumo de pan se generaliza hasta abarcar todos los segmentos de
población.
El pan junto al vino y el aceite conforman un trío de alimentos
considerados litúrgicos o comulgables. Compartir el pan es signo de amistad,
fraternidad y solidaridad social. Su simbolismo es fundamental en el mundo de
la religión, para los cristianos es la forma que adopta Dios ante los hombres.
Jesucristo nació en Belén, que significa ‘casa del pan’, el pan junto al vino
fue el alimento de la última cena y en torno a él los cristianos celebran su
principal acto litúrgico, la Eucaristía. Es el comienzo de su principal
oración, el Padrenuestro , la que da título a esta entrada, ‘El pan nuestro de
cada día’.
El pan es una memorable muestra de nuestra cultura gastronómica y los
amantes de la misma no debemos permitir que falte en una mesa debidamente
presentada y jugando un papel destacado por todos los motivos antes expuestos.
El origen y la elaboración del pan.
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