¡ A VUESTRA SALUD !

“Bebamos en las chispeantes copas que la belleza engalana, gustemos las dulces sensaciones que el amor despierta, libemos el amor que en las copas hallará más cálidos besos”. (Verdi. La Traviata).

Se aproximan las fiestas y con ellas las celebraciones y los brindis, inexcusables compañeros de estos días. Parecería que nos hemos acostumbrado a brindar sólo cuando hay un acontecimiento especial, un hecho importante, algo supuestamente digno de ser festejado. En el acto de brindar, el que dedica consagra sus mejores deseos, que se transmiten a través de la bebida. Sería importante detenernos a averiguar, no sólo en esta época del año, sino siempre ¿por qué brindamos cuando brindamos? Esta práctica contiene un sentido profundo, sobre el que pocas veces se piensa.


El brindis. (Louis C Moeller ).

 El término brindis, proviene del vocablo alemán “bring dir's”, que significa “yo te lo ofrezco”. Según cuentan los historiadores en el siglo XVI las tropas de Carlos V ocupan de forma triunfal Roma y la arrasan. El saqueo fue algo inesperado. Lactancio, caballero de la corte del Emperador, demostrará a su interlocutor, el Arcediano del Viso, testigo del pillaje, que el Emperador ninguna responsabilidad tuvo en ello y de cómo Dios lo consintió por el bien de la cristiandad. Con ocasión de tal triunfo, cuenta la historia, que los mandos militares llenaron sus copas de vino, las levantaron al frente y pronunciaron la frase antes referida: "bring dir's", yo te lo ofrezco. El verbo brindar implica pues cierta ofrenda por parte del sujeto que brinda. Pero más allá de la etimología del término el origen del acto en si es una práctica social que probablemente se remonta a las antiguas libaciones, sacrificios en los que se ofrecía un líquido sagrado a los dioses a cambio de un deseo, elevando una petición con la expresión “que sea por muchos años” o “a tu salud”. Ya en el siglo IV antes de Cristo, entre los griegos todo banquete que se preciara se iniciaba con una ceremonia donde el anfitrión alzaba su copa, se la enseñaba a sus invitados y probaba en primer lugar, no era sino una forma de garantizar a sus invitados que el vino no estaba envenenado. El veneno en la copa era un procedimiento muy extendido en aquellos tiempos, para abrirse camino en la política o en los negocios, mediante la eliminación física de los opositores y no parecía que existiera excesiva confianza entre los compañeros de banquete. Por tanto, el hábito de beber en compañía era una muestra de confianza y amistad, rubricado con el acto de levantar la copa.


¡Hipp, Hipp, Hurra!”.(Peter Severin Kröyer)

En cuanto a la costumbre de chocar las copas existen varias versiones. Quizás la más antigua dice que Baco, el dios del vino, estaba siempre durmiendo ebrio a causa de sus colosales borracheras. Por eso era preciso que los bebedores golpearan las copas, para despertar al dios e invocar su atención. Otra dice que los invitados solían levantar y golpear sus copas para llamar la atención de los servidores y para que les dieran de nuevo más bebida. Posteriormente esta costumbre dio pasó al golpeo de las copas para llamar la atención del resto de comensales para llevar a cabo el brindis. Otra creencia manifiesta que el choque de las copas tenía la misión de salpicar y mezclar el contenido de ambas copas, sobre todo entre los nobles, que utilizaban estos procedimientos para eliminar adversarios, para acreditar que no se ofrecía ningún tipo de bebida envenenada. Así, si cualquiera de las bebidas contenía veneno, este quedaría compartido en ambas copas. Como vemos, entra de nuevo en juego una cuestión de confianza y muestra de amistad en el rito de chocar las copas. Incluso hay quien afirma que un árabe de la corte de Harún al-Rasid tuvo la genial idea de entrechocar las copas en el acto del brindis, para evocar los deleites de la música, pues los bebedores gozaban del aroma del vino, saboreaban su sabor, contemplaban el color a trasluz y sentían su calidez a través de la copa. Faltaba el oído para que la satisfacción dispensada por el vino fuera completa y así los cinco sentidos se pusiesen en funcionamiento en el momento acogedor, alegre o sensual del brindis. Pues eso, brindemos, brindemos en estas fiestas a la salud de los cocineros y cocineras que convierten los pequeños placeres de la buena mesa en indispensables momentos de satisfacción. Ahora, llene su copa, levántela a la altura del corazón y disfrute de una nueva Navidad con un brindis que festeja amistad y gratitud por lo recibido: ¡Gracias por lo que tenemos y por los que estamos! ¡A vuestra Salud!



El Brindis.

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