"Cuando juzgamos a una
mujer no pensamos suficientemente en lo difícil que es ser mujer". (Paul
Géraidy).
El pasado día ocho se
celebró “El Día Internacional de la Mujer Trabajadora” o también “Día
Internacional de la Mujer” reconocido por las Naciones Unidas y día que
conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el
hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Si hay un
reconocimiento pendiente hacia el mundo femenino es sin lugar a dudas
reivindicar el papel impagable e incuestionable que la mujer ha jugado desde el
principio de los tiempos en la alimentación del género humano.
Si bien se cree que la
alimentación de los primitivos cazadores-recolectores de la Prehistoria, era
dependiente de los productos de la caza, existen diferentes estudios, que ponen
de manifiesto que, en realidad, la mayoría de los alimentos procedían de la
recolección, tarea femenina. Desde la prehistoria, las mujeres, como los
hombres, han asumido un papel cultural particular. En sociedades de caza y
recolección, las mujeres casi siempre eran las que recogían los productos
vegetales, mientras que los hombres suministraban la carne mediante la caza. A
causa de su profundo conocimiento de la botánica, la mayor parte de los
antropólogos creen que fueron las mujeres quienes condujeron las sociedades
antiguas hacia el Neolítico y se convirtieron en las primeras agricultoras.
No obstante algunos trabajos
de orden antropológico han ayudado a echar por tierra ciertos estereotipos
sobre los grupos de cazadores y recolectores apoyando la teoría de que la carne
y la caza no son tan importantes en el proceso de hominización. El sector
femenino de mano de obra era el único verdaderamente productor de calorías. Los
hombres cazaban pero este aporte no constituía más que una tercera parte del
total del consumo de calorías. Resulta ser falsa, la idea generalizada en
occidente, que considera que en la Prehistoria los varones cazaban y las
mujeres cocinaban lo traído por sus esposos. Este estereotipo es consecuencia
de proyectar sobre el pasado la distribución de roles de la realidad inmediata,
de las mujeres dependientes y los varones sustentadores jefes de familia,
obteniendo la conclusión de que siempre ha sido así. Encubriendo la
participación real femenina y cooperativa, ya que toda la banda cazaba y
viajaba junta.
En tiempos atrás el rol de
la mujer en el hogar era innegable y no saber cocinar era origen de vergüenza.
Su autoestima estribaba mucho en sus cualidades culinarias. En el presente la
necesidad de salir a trabajar y buscar una mejor calidad de vida, hace que no
sea una prioridad la formación en la preparación de los alimentos. Hoy en día
se presta más atención a la cocina como fuente de placer, no como algo de todos
los días. Se le da importancia a la cocina y a la comida casera sólo para
ocasiones especiales.
Por otra parte en el mundo
actual y en la lucha contra el hambre, resulta esencial el papel de la mujer.
Son las mujeres las que producen más de la mitad de todos los alimentos del
mundo y destinan una parte mucho mayor de su dinero que los hombres en la
alimentación del hogar. En las zonas subdesarrolladas, las mujeres proporcionan
el ochenta por ciento de los alimentos que se consumen en el hogar y ejercen
una función determinante en la producción de cultivos básicos, principalmente
cereales como el arroz, trigo y maíz, base de la alimentación humana. No se
puede hablar de estrategias contra el hambre sin contar con la intervención
activa y en condición de igualdad de las mujeres, proporcionando la igualdad de
posibilidades a las mujeres en la educación y aprendizaje respecto de la producción,
elaboración y comercialización de los alimentos.

Mujer en la cocina. (Viggo
Johansen).
Desde que la mujer no cocina
se come peor, es pues que el rol tradicional que ejercía el ama de casa debería
asumirlo el grupo familiar. En las generaciones inmediatamente anteriores a la
actual comandadas por el ama de casa como figura de la alimentación tradicional
española se comía con menos dinero, más variado y de forma más relajada.
Tenemos pues que concluir que en la actualidad se come peor, debido a las
circunstancias sociológicas que rodean el hecho alimentario. Se necesita que el
grupo familiar se replantee el cambio, a pesar de que las familias han cambiado
su estructura organizativa, no podemos asumir que el papel que se adjudicaba
únicamente la mujer, ahora no lo tenga nadie. Es necesario y fundamental desde
un punto de vista sanitario y nutricional que no obviemos esta circunstancia.
Desde esta perspectiva las estrategias que deben de poner en marcha las
instituciones públicas para fomentar este cambio alimenticio deben estar
enfocadas a la educación alimentaria de la población y contar con el apoyo
incondicional de las empresas del sector agroalimentario con el fin de que
participen directamente en la mejora social de la alimentación del país.
Sirva pues este articulo
como homenaje a todas las mujeres que a lo largo de la historia nos han
alimentado y han contribuido de manera decisiva a la evolución de la humanidad
y a las que actualmente plantan cara de forma valiente y determinante contra la
vergüenza humana del hambre.
Homenaje a la mujer agricultora.
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