LA GASTRONOMIA COMO ELEMENTO DINAMIZADOR.

“Caminante: come, bebe y nada más te importe” Asurbanipal Sardanápalo (668 – 627 a. C.)

Las técnicas de comunicación empleadas sobre la cuestión gastronomía han resultado ser sorprendentemente fructíferas en los últimos años. En sus comienzos constituía el complemento ideal a un patrimonio turístico y etnográfico particular pero en la actualidad se transforma en argumento central en los procesos de comercialización y creación de imagen de marca de un destino turístico. La fascinación y los elementos sensitivos que se originan de la experiencia vital que se deriva de una buena cocina han disparado las posibilidades de explotación comunicativa de los beneficios asociados a la buena mesa.

Frecuentemente, se habla del buen comer como expresión de unos de los placeres de la vida. Desde el punto de vista mercantil, la manifestación comercial de la gastronomía como elemento de atracción territorial y consecuentemente turístico, encauza sus recursos a través de la presentación mediática de sus referentes, que últimamente están representados por cocineros de relieve mundial, aprovechados adecuadamente a modo de preceptores mediáticos. La gastronomía es, por si misma, sugestiva, emocional, excitante, misteriosa. En fin, posee de todos los componentes, con los cuales construir un mensaje de atracción emocional, garantizando para los profesionales de la comunicación un recurso inagotable. No podemos negar que, ante todo, la gastronomía es seña de identidad, única y especial de un país o región y, en este sentido, resulta determinante.

En efecto, vivimos en la sociedad de las emociones, comercializamos y compramos emociones y la gastronomía es emocional por antonomasia. En este sentido, se impone un panorama empresarial altamente competitivo en términos de comunicación gastronómica. Ello significa que no es suficiente con ser buenos, hay que demostrarlo y, ante todo, hay que saber comunicarlo al exterior.

En el entorno de la comunicación turística el papel protagonista que desempeña la gastronomía, no ha parado de crecer en los últimos años. Tanto es así, que muchos lugares turísticos que hace años se posicionaban en el mercado del turismo a partir del ofrecimiento de sus singularidades naturales, culturales, arquitectónicas, etc., hoy compiten por incorporar su gastronomía como elemento diferenciador de sus atractivos. En este sentido, el tratamiento comunicativo de la gastronomía merece, por ejemplo, la progresiva implantación de consultorías dedicadas, única y exclusivamente, al marketing gastronómico con especial incidencia en el ámbito de la comunicación gastronómica. Crear marcas emocionales, deseables, sugerentes a partir de productos alimenticios es práctica habitual en agencias de publicidad, consultorías de comunicación, etc.


Llegados a este punto, debemos destacar también, la trascendental tarea formativa que las instituciones académicas llevan a cabo en relación a la comunicación gastronómica. La creciente demanda de profesionales capacitados en este ámbito ha promovido que varias universidades implanten estudios de postgrado especializados en la temática gastronómica. Ello supone una interesante fusión e interactuación de profesionales de la gastronomía y de la comunicación que enriquece, sin duda, el discurso comunicativo global que se desprende de las cocinas.


No existe modernidad sin una buena tradición

Otra manifestación evidente de comunicación gastronómica se encuentra en la organización de multitudinarios y cada vez más habituales eventos de ámbito nacional e internacional. Los eventos son utilizados a modo de extraordinario escaparates por los más conocidos cocineros de renombre mundial, pero también representa, para las zonas de acogida, una excelente oportunidad de promoción y de sus posibilidades turísticas. Los eventos implican consumo local y, por si mismos, ayudan de forma decisiva a consolidar imaginarios colectivos, los cuales acaben resultando fundamentales en el proceso global de construcción de marca.

Sofisticación y autenticidad. Son dos términos que describen hoy en día el actual mercado gastronómico. Los cocineros se proclaman como incesantes creadores de sabores, en una búsqueda continua de la excelencia que agrade al paladar más exigente. En este sentido, la batalla por la conquista del sabor y la exquisitez en los procesos de investigación gastronómica determinan el modelo a seguir en un contexto altamente competitivo. En definitiva, a partir de la variable “gastronomía” se proyectan un sinfín de escenarios, nuevas propuestas y retos profesionales, nuevos escenarios culturales. Nos encontramos, más que nunca, ante una sociedad sensorial, emocional. Se produce un cambio de prioridades, de tendencias que se podríamos resumir tal que así: “Del servicio a la experiencia, de lo racional a lo emocional de la información a la sugestión. Todo ello es posible a partir de una buena estrategia de comunicación gastronómica”.


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