Hace
ahora aproximadamente más de seis milenios el pimiento, originario de la actual
Bolivia, según coinciden en señalar todos los estudios existentes sobre este
alimento ya era cultivado por los pobladores de esas tierras desde donde se extendió por todo el
continente americano.
Al
llegar Cristóbal Colón al nuevo continente, conoció el pimiento, que los aborígenes antillanos taínos
llamaban ají en su lengua, el arahuaco.
El origen de la palabra pimiento y su derivada
pimentón se remontan a su introducción en el Viejo Continente por parte de las
expediciones de Cristóbal Colón. Pese a que botánicamente no tenía nada en
común con la pimienta, que es el fruto del “Piper Nigrum”, el nombre perduró
debido a la similitud picante de su sabor.
En el diario de a bordo del descubridor, transcrito por el padre Fray Bartolomé
de las Casas en la anotación correspondiente al martes 15 de enero de 1493,
tras especificar que allí en la isla a la que llegaron, bautizada como La
Española había oro y cobre, dice: “También
hay mucho ají, que es su pimienta, della que vale más que pimienta, y toda la
gente no come sin ella, que la halla muy sana, puédanse cargar cincuenta
carabelas cada año en aquella Española”. Observando que en algunos casos
éste era mucho más fuerte que la pimienta conocida, convino en llamarla con el
masculino nombre de “pimiento”. La denominación tuvo éxito en España, y así la
utilizamos para la inmensa mayoría de variedades de frutos de “Capsicum”.
Además de una hortaliza, el pimiento una vez desecado y triturado se
convertiría en una especia de vital importancia en la gastronomía, el pimentón.
El
pimiento estuvo, entre otros productos ultramarinos, en la ofrenda que Colón
hizo a los Reyes Católicos en el monasterio de Guadalupe en 1493.
Fueron los monjes jerónimos de este
monasterio los que extendieron su cultivo por cada uno de sus conventos,
llegando así al monasterio de Yuste, en la comarca de la Vera, en Cáceres, de
aquí pasaría posteriormente al monasterio de esta orden en la Nora en Murcia,
convirtiéndose de esta manera en dos zonas productoras de un pimentón de
arraigada fama que llega hasta nuestros días.
Tres
pimientos. (Dolores Blanca).
Su uso en el Viejo Mundo se extendió pronto y comenzó a ser un aderezo
popular a finales del XVI principios del XVII, ya que D. Francisco de Quevedo,
en su "Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los
castellanos escrita a D. Gaspar de Guzmán, conde duque de Olivares, en su
valimiento" hablando de la obligada sobriedad española escribe:
"Carnero y vaca fueron principio y cabo, y con rojos pimientos y ajos
duros tan bien como el señor, comió el esclavo"
Del mismo modo el insigne Miguel de Cervantes se refiere a los pimientos en su
novela ejemplar “Rinconete y Cortadillo”: "Manifestó luego medio queso de
Flandes y una olla de las famosas aceitunas y un plato de camarones y una gran
cantidad de cangrejos con su llamativo de alcaparrones ahogados en
pimientos". Para Cervantes "llamativos" eran lo que hoy conocemos
como tapas, que excitaban las ganas de beber y pimientos ahogados se llamaban
porque al conservar los alcaparrones en vinagre se solía cubrir con pimientos
para impedir el contacto de los alcaparrones con el aire.
Hay más revelaciones de la presencia del
pimiento, aunque en recetarios no aparece hasta bien avanzado el siglo XVIII. Al
pimiento americano aludía Lope de Vega en su obra "El sastre del
Campillo". “El tocino y el repollo, y cuatro o seis pimientos, que en el
picar jugaban a los cientos”. Los viajeros románticos desdeñaban el gusto
fuerte del pimiento y pimentón, Un viajero A. Jovin en su "Viaje a España
y Portugal" escribe "Salimos de Madrid para ir a ver la ciudad de
Toledo, y volvemos a Madrid con la galera corriente que marcha todos los días
por Getafe. Desayunamos allí un par de pimientos, que es un fruto como de un
dedo de largo y de un sabor fuerte como la pimienta". En el siglo XVIII en
el Diccionario de Autoridades editado por la RAE que data de 1737 diferencia
totalmente el pimiento de la pimienta y define el pimentón.
La primera vez que se cita al pimentón
se hace en la Autobiografía del bufón y pícaro de cocina Estebanillo González
(1646) que escribe "Arrimé al fuego la piñata llena de tajadas de bacalao, pensando que en
virtud del ajazo y pimentón" es de remarcar también que por primera vez
aparece la salsa ajada, es decir a base de ajo, aceite y pimentón, salsa que
actualmente está en uso. En resumen el pimiento se empieza a usar en España a
finales del siglo XVI, ya que a principios de XVII hay constancia escrita de su
uso y es de uso frecuente finales del XVII.
De esta magnífica hortaliza existe una
amplísima variedad, y en todos los casos se consume el fruto y se deben descartar
las semillas. Podemos distinguir entre dulces y picantes. Los dulces, llamados
de mesa, y los picantes utilizados para condimento. Grandes, verdes, rojos y
amarillos se consumen frescos. Los ajíes más chicos son los más picantes, cuanto
más chicos más picantes. El pimiento rojo redondo o largo que es el verde
maduro es más suave que el verde. Sus utilizaciones en la gastronomía son
múltiples, ensaladas compuestas, asados, rellenos, en guisos, salsas,
acompañamiento, decoración.
¿Podríamos imaginar una cocina
mediterránea sin su presencia? Como verán el pimiento nos brinda una amplia
gama de posibilidades tanto en su preparación, como en su sabor a la hora de
realizar nuestros platos, es por eso que a mi si me importa el pimiento.
El Pimiento.
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