“Miel virgen
destilan tus labios, esposa, miel y leche hay debajo de tu lengua; y el perfume
de tus vestidos es como aroma de incienso”. (Cantar de los Cantares).
Desde la más
remota antigüedad el hombre ha tenido contacto con la miel y su productora, la abeja,
en principio se limitó a recolectarla de los panales, como prueban las pinturas
rupestres de la cueva de la araña de Bicorp, (Valencia), en la Edad de Bronce
hay evidencias de que se construían colmenas utilizando troncos vaciados o
rudimentarias construcciones de arcilla y paja, siendo desde entonces el único
insecto domesticado por el hombre.
Hombre recolectando miel de un panal, cueva
de la araña Bicorp, (Valencia).
La apicultura
o arte de criar abejas para aprovechar sus productos ya era considerada
rentable y provechosa en la antigüedad clásica, pero sin minusvalorar la cera,
la jalea real o el polen fue sin duda la miel la obtención más interesante,
pues no podemos olvidar que su principal uso correspondería al azúcar de
nuestro tiempo. Alimento y simultáneamente bebida, probablemente el “hidromiel”
fue la primera producida por el hombre consistente en una mezcla de agua y
miel.
En el antiguo
Egipto creían que eran las lágrimas de Ra, el rey sol. Antes de momificar los
cadáveres estos se conservaban sumergidos en miel, poniendo en evidencia su
poder conservador, desde entonces muchos de los grandes personajes de la
historia han sido embalsamados con miel. Sus técnicas en la obtención de miel
eran muy avanzadas, llegando incluso a practicar la trashumancia aprovechando
las diferentes floraciones a lo largo del rió Nilo. Todos estos conocimientos
fueron expandiéndose, como otros muchos a través del comercio de los fenicios.
Fue en Creta donde las abejas alcanzan una importancia tal que sus
representaciones artísticas en forma de joyas son de indudable riqueza al mismo
tiempo que se las relaciona con los dioses Zeus, Dionisos, Aristeo, Demeter,
Artemis, Perséfone o las Ninfas. Durante su niñez, a Zeus las abejas lo
protegieron con sus aguijones y alimentaron con su miel. Esta leyenda del
nacimiento de Zeus y su relación con las abejas entronca con el mito de
Meliseo, rey de Creta y su hija Melisea nodriza de Zeus que lo alimentaba con
leche de cabra y miel. Zeus tuvo un hijo con la ninfa Othrys, un hijo que por
ser criado con miel se llamo Meliteo y fundo la ciudad de Melite. De la misma
manera Dionisos fue alimentado con miel en su infancia. Por otra parte Aristeo
fue enseñado por las ninfas en las disciplinas de la lechería, apicultura y
viticultura siendo el responsable de transmitírselo a los hombres.
La
infancia de Zeus. Nicolaes Pietersz Berchem (1621-1683).
Su
relación con Demeter, Artemis y Perséfone, de carácter femenino, tiene que ver
con las cualidades atribuidas a la abeja de hiperactividad, habilidad, destreza
y por representar fertilidad y fecundidad. La ambrosía era el manjar o alimento
de los dioses, era tal su sabor que su dulzor superaba ostensiblemente al de la
miel que consumían los humanos, en realidad seria jalea real. Si la miel se
pensó que era digna de la alimentación de los dioses se concluyó que debía de
tener propiedades mágicas para los humanos. Sabios, profetas y personas
inteligentes se decía que habían sido alimentadas con miel durante su infancia
y era elemento común en la dieta de los atletas.
También
Roma sintió atracción por este rico y dulce manjar, al principio de las comidas
servían una mezcla de vino y miel denominada mulsum. Los romanos tenían un gran
numero de platos en los que la miel jugaba un papel destacado, Petronio
escritor y político romano considerado “arbitro de la elegancia” nos deja
testimonio en su principal obra “El Satiricon” de uno de los preparados
preferidos de Neron que era lirón con salsa de miel. Por su parte Horacio,
disfruta con los “ova mellita” receta que consistía en un huevo con dos onzas
de miel. Existía también el antecesor de nuestro alfajor “panis mellitus”
aromatizado con polvo de anís verde. Había una costumbre romana, cuando una
pareja se casaba, la madre de la novia depositaba una vasija con miel durante
toda una luna, veintiocho días, en la habitación de los cónyuges, es por eso
que llamamos “luna de miel” al primer periodo de convivencia de los recién
casados.
El colmenar.
Magdalena Kepka.
Tanto para
hebreos como para musulmanes tiene un marcado carácter religioso. Para los segundos
está presente prácticamente en todas sus comidas y el Coran dice: “Tu Señor le
ha inspirado a la abeja. Construye moradas en las montañas, en los árboles, y
también en las estructuras que erige el hombre. Luego, come todo tipo de
frutos, y anda dócilmente por los caminos de tu Señor, De su vientre sale un
jarabe de color diverso que contiene una cura para los hombres. Ciertamente hay
en ello un signo para gente que reflexiona.”
Cuando se
descubrió América, en el nuevo mundo ya tenían conocimiento de la miel y sus
propiedades, de hecho para el pueblo maya era ingrediente fundamental en la
elaboración del balche, bebida utilizada en sus rituales religiosos.
Entre sus
propiedades pueden encontrarse las nutritivas, biológicas y terapéuticas.
Ejerce un ligero efecto aperitivo, facilita la digestión y asimilación de otros
alimentos, posee propiedades laxantes, sedantes, antisépticas, antianémicas,
febrifugas y emolientes. Se le adjudican excelentes propiedades en el
tratamiento de enfermedades hepáticas, renales, pulmonares, digestivas y de la
piel. En opinión de algunos científicos,todo esto podría explicar los mínimos
porcentajes de cáncer entre los apicultores.
Por lo tanto,
la miel, como todos los grandes alimentos vistos hasta ahora en “Saber para
comer”, ha tenido un valor que va mucho más allá del gastronómico, y debido a
sus múltiples usos consumir miel es acertada decisión que una persona puede
tomar, nos previene y cura enfermedades y nos ayuda a tener una vida sana y
productiva.
Apicultura y conservación de la
biodiversidad.
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