SABORES DEL MUNDO.

La diversidad es la magia. Es la primera manifestación, el primer comienzo de la diferenciación de una cosa y de la identidad simple. Cuanto mayor es la diversidad, mayor es la perfección. (Thomas Berry).

A lo largo y ancho del planeta, las distintas culturas y pueblos han desarrollado preferencias alimentarias tan diversas que, lo que en un lugar se considera un manjar, en otro puede generar rechazo, incluso repugnancia. Esta gran disparidad nos lleva a reflexionar sobre el concepto de "bueno para comer" y cómo no es posible definirlo únicamente desde un enfoque fisiológico relacionado con la digestión. Más allá del cuerpo humano, es fundamental tener en cuenta las tradiciones culinarias y las costumbres alimentarias de cada sociedad.


Los alimentos preferidos, aquellos considerados "buenos para comer", no son una elección aleatoria. Responden a una lógica que combina una relación más favorable entre costos y beneficios prácticos en comparación con los alimentos rechazados, catalogados como "malos para comer". De este modo, lo que a primera vista podría parecer un capricho cultural se enraíza en decisiones influenciadas por factores como el valor nutricional, la ecología del entorno o incluso el costo económico.

La complejidad detrás de nuestros hábitos alimentarios  nos invita a mirar más allá de nuestras propias preferencias para entender cómo las condiciones y los contextos moldean lo que terminamos colocando en nuestros platos. Es un recordatorio de que la comida no solo alimenta el cuerpo, sino también la historia, la cultura y la adaptación humana al entorno donde vivimos.

CRESTAS DE GALLO.

"Puede que sea el gallo el que canta, pero es la gallina la que pone los huevos". (Margaret Thatcher).

La cresta es una prominencia alargada ubicada en la parte superior de la cabeza de ciertas aves, especialmente notable en los gallos. Esta estructura consiste en una extensión de piel que incrementa su concentración de ácido hialurónico como reacción a la presencia de testosterona.


Lucha de gallos. Frans Snyders.

La aparición de la cresta es un rasgo sexual que se desarrolla completamente con la madurez y sirve para diferenciar a los machos de las hembras. Suelen presentar colores vivos, cuya intensidad y firmeza están reguladas por las hormonas sexuales, incrementándose notablemente durante la temporada de reproducción.

Leonardo Da Vinci, en su obra sobre recetas y técnicas culinarias conocida como "Codex Romanoff", ya mencionaba platos que incluían la cresta de gallo. En su recomendación, indicaba seleccionar un gallo robusto, con más de doce años de edad y cuya cabeza alcance al menos 60 centímetros del suelo antes de extraerle la cresta. Según su método, "era fundamental retirar la capa exterior de piel, presionarla repetidas veces para drenar toda la sangre y luego sumergirla en agua hirviendo junto con doce semillas de cilantro y el zumo de medio limón". Sí se sabe, sin embargo, que los antiguos romanos las comían acompañadas de salsa de pescado, aunque el auge de este alimento tuvo lugar en la Francia del siglo XVIII. Allí un abogado, periodista y escritor culinario francés llamado Balthazar de la Reynère fundó una asociación culinaria donde las crestas de gallo al vapor tuvieron un papel protagonista.


La cresta de gallo representa un ingrediente singular de la cocina tradicional en diversas regiones de Europa, destacando su papel tanto en preparaciones populares como en la alta gastronomía. En España, este elemento culinario era característico de provincias como Cuenca y Zamora. Aunque su uso ha disminuido en la cocina cotidiana, actualmente se ha convertido en una especialidad que aparece en la oferta de restaurantes sofisticados.

El proceso preliminar para preparar la cresta de gallo involucra escaldarla con el propósito de retirar la fina membrana que la recubre. Este procedimiento se lleva a cabo mediante la fricción con un paño áspero o utilizando un cuchillo. Una vez limpia, la cresta de gallo se dispone para ser cocinada según la receta seleccionada.

En términos de textura, la cresta de gallo se caracteriza por su consistencia gelatinosa, lo que permite establecer semejanzas con otros ingredientes tales como los pies de cerdo o los callos. Este alimento, por su perfil sensorial, resulta ideal para acompañar platos a base de legumbres, además de servir como guarnición en elaboraciones de carne o pescado. Asimismo, su versatilidad culinaria permite incluirla en recetas tales como arroces con crestas o incluso en tapas elaboradas con pechuga de pavo. Se combinan perfectamente con mariscos y verduras, y pueden prepararse rebozadas, cocidas, en adobo o acompañadas de tomate.


Risotto de crestas de gallo con foie.

Un equipo de biotecnólogos, liderado por la doctora Ingrid Möller, ha llegado a la conclusión de que el consumo diario de extracto de cresta de gallo mejora la funcionalidad mecánica y muscular de las articulaciones. Esto hace que la composición de la cresta de gallo sea especialmente beneficiosa para quienes presentan problemas relacionados con estas. Por este motivo, se recomienda incorporar este producto tradicional en la dieta, ya que pocos alimentos contienen este componente. En la actualidad, existen diversos lácteos enriquecidos con cresta de gallo, además de un medicamento desarrollado a partir de su composición.

Este producto se sitúa entre la medicina y la alimentación, ofreciendo el potencial de mejorar considerablemente la calidad de vida de las personas a quienes está destinado.

MIS LIBROS DE GASTRONOMIA.

"De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo...Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria". (Jorge Luis Borges).

La escritura gastronómica trasciende el simple acto de narrar sobre comida; se erige como un género literario que indaga en las dimensiones culturales, históricas y emocionales que subyacen en aquello que colocamos en la mesa. Esta disciplina adopta múltiples formatos, desde recetas y periodismo hasta memorias personales o relatos de viajes, fluyendo con naturalidad entre la ficción y la no ficción. Más allá de describir alimentos, entrelaza temáticas tan vastas como la agricultura, la ecología, la política, las tradiciones culturales e incluso recuerdos cargados de nostalgia. En su núcleo, esta forma de escritura trasciende la mera transmisión de datos objetivos. Su objetivo es construir una experiencia estética que inspire reflexión y emociones en el lector. Un viaje que aborda el hambre, el amor y la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales.


La literatura gastronómica abarca textos que superan la simple exposición de recetas o la función básica de la comida como sustento. Se erige como un eje central en la narrativa, transmitiendo valores culturales, emociones, aspectos históricos y reflexiones sociales. Este género trasciende los convencionales libros de cocina e incluye novelas, relatos y ensayos que transforman la comida y la bebida en herramientas de expresión. A través de ellas, se narran historias, se evocan sensaciones, se da mayor dimensión a los personajes y se refleja con precisión el contexto histórico y social en el que se sitúan.


Son diferentes los tipos y aproximaciones que podemos hacer en la literatura gastronómica.
Recetarios y manuales: Estas obras prácticas proporcionan instrucciones detalladas para cocinar, frecuentemente enriquecidas con consejos útiles, anécdotas y experiencias personales del autor que aportan un toque único a cada receta. Crítica y ensayo gastronómico: Textos dedicados a explorar la gastronomía desde diferentes prismas históricos, culturales, científicos y sociales. Suelen tratar temas como el vino, las cocinas regionales o los cambios en las tradiciones culinarias a lo largo del tiempo. Novela y narrativa: La comida se convierte aquí en un recurso narrativo que no solo enriquece la ambientación histórica, sino que también contribuye al desarrollo de los personajes y simboliza dinámicas sociales o culturales dentro de la trama. Estudios y análisis gastronómicos: Se centran en examinar cómo se representa la comida en las obras literarias, buscando comprender cómo esta influye en el desarrollo de la historia, los personajes y el contexto cultural en el que se enmarca. Libros sobre historia de la gastronomía: Narran el origen y evolución de ingredientes, platos y costumbres alimenticias, explorando su transformación a lo largo de los siglos y el impacto en las sociedades de cada época.

En suma, la escritura gastronómica no solo sacia a través de las palabras; también nos recuerda cómo la comida puede convertirse en un puente entre lo cotidiano y lo trascendental.

ANTROPOLOGIA DE LA ALIMENTACIÓN.

La antropología exige la apertura mental con la que hay que mirar y escuchar, registrar con asombro y maravilla aquello que uno no habría sido capaz de adivinar. (Margaret Mead).

La antropología de la gastronomía, o más comúnmente, antropología de la alimentación, es una especialización dentro de la antropología social que se enfoca en el análisis de los factores culturales que ayudan a entender y explicar tanto la naturaleza como el significado del comportamiento alimentario humano. Su propósito radica en evidenciar la amplitud y la variedad de las prácticas alimentarias, las cuales no pueden ser plenamente comprendidas desde una perspectiva exclusivamente vinculada a las ciencias naturales, sino que requieren también ser abordadas desde el ámbito de las ciencias sociales. Considera la comida y las costumbres culinarias como herramientas para comprender las culturas y sociedades individuales en contextos globales e históricos.

El rol central que desempeña la antropología social se fundamenta en la conexión directa entre la diversidad y la complejidad de los comportamientos alimentarios humanos y la riqueza cultural inherente a las sociedades. Por esta razón, el enfoque principal consiste en aplicar al fenómeno de la alimentación humana el conjunto de herramientas teóricas y metodológicas que ofrece la antropología social para estudiar y entender la diversidad cultural.

La cocina constituye un acto eminentemente social que se manifiesta en la experiencia colectiva de compartir los alimentos. Desde la preparación culinaria, se distribuyen responsabilidades en la elaboración de los platos, se transmiten conocimientos de manera práctica y se genera un espacio de convivencia al consumir juntos el producto final. A lo largo de la historia, la humanidad ha transformado los hábitos alimenticios, imprimiéndoles características distintivas según cada cultura; además, ha integrado estos actos en sus rituales y ceremonias. 

La elección de determinados alimentos, su modo de preparación y su consumo en contextos específicos son elementos que dan forma y significado a las sociedades. Los alimentos se seleccionan, preparan y degustan siguiendo normas sociales que se afianzan a través de la observación, las tradiciones y el aprendizaje cultural. Así, los alimentos no solo cumplen una función nutritiva, sino que adquieren un conjunto de significados profundos que resultan fundamentales para la identidad de cada comunidad. Dichos significados son invariablemente valorados y respetados por todos sus integrantes.

La supervivencia humana depende fundamentalmente de la capacidad de las personas para adaptarse a las condiciones geográficas predominantes y a los recursos alimenticios proporcionados por el entorno natural. Para garantizar el cumplimiento de las necesidades fisiológicas del organismo, es imprescindible mantener una dieta variada, ya que solo a través de esta diversidad es posible obtener todos los nutrientes esenciales que el cuerpo humano requiere para su desarrollo integral. Este conjunto de prácticas y elecciones relacionadas con la alimentación es identificado por los expertos como comportamiento alimentario.


El desafío de alimentarse diariamente, sumado a la necesidad de almacenar alimentos para afrontar los períodos más difíciles, impulsó el desarrollo de diversas técnicas de conservación a través de la experiencia acumulada. Este avance permitió que los excedentes de comida pudieran ser intercambiados o reservados para su uso durante épocas de escasez. Para lograrlo, fue imprescindible que la comunidad alcanzara un nivel de organización en el que los actos de compartir o transferir recursos se realizaran de forma armoniosa y sin generar conflictos.

La gestión y el dominio sobre los alimentos han representado históricamente una fuente constante de conflictos, como veremos a lo largo de esta sección. Es clara la conexión inseparable entre el ejercicio del poder y el control de los recursos alimenticios. Además, los alimentos no solo marcan diferencias, sino que frecuentemente configuran jerarquías sociales e incluso raciales dentro de las comunidades. También puede observarse cómo, en ciertas ocasiones, quienes ostentan el poder político han conseguido mitigar los impactos de las crisis alimentarias.

SABORES SIN FRONTERAS.

En Sabores Sin Fronteras, la reconocida chef Lia Solivera nos transporta a un universo gastronómico lleno de emoción y descubrimientos, explorando recetas veganas que desafían cualquier límite establecido. Este libro es un homenaje a los ingredientes naturales y a una cocina que honra la vida en todas sus expresiones. Para Lia, adoptar un estilo de vida vegano no implica renunciar al placer de la buena comida; más bien, representa una invitación a imaginar la gastronomía, combinando sabores, texturas y tradiciones culturales de manera innovadora.


Sabores Sin Fronteras refleja el espíritu libre de la cocina vegana, donde las posibilidades son infinitas. Cada receta ha sido meticulosamente creada para resaltar la pureza de los ingredientes, dando lugar a platos que no solo deleitan el paladar, sino que también nutren el cuerpo y respetan el planeta. A lo largo de sus páginas, Lia comparte su enfoque culinario basado en respeto, creatividad y un profundo amor por la naturaleza.

Con Sabores Sin Fronteras te adentrarás en un mundo donde la gastronomía se eleva al nivel del arte, convirtiendo cada comida en una experiencia única y una celebración de la vida. Permítete descubrir el encanto de la cocina vegana, dejando que sus infinitos sabores y texturas transformen tu manera de ver y disfrutar la comida.

ARTES ESCENICAS Y GASTRONOMIA.

"La vida no es como la has visto en el cine, la vida es más difícil". (Cinema Paradiso).

Las artes escénicas engloban todas aquellas expresiones creativas concebidas para ser llevadas a cabo frente a un público en un escenario. Aunque las tres disciplinas principales dentro de este ámbito son el teatro, la danza y la música, estas pueden subdividirse o fusionarse para dar lugar a una diversidad de manifestaciones artísticas como la ópera, la zarzuela, el teatro musical, el performance, el cabaret, los recitales, los espectáculos de guiñoles, los títeres o el circo, entre otras formas.

Los espacios donde tienen lugar estas manifestaciones artísticas pueden estar diseñados específicamente para tal fin, como teatros, auditorios o salas polivalentes. No obstante, también es habitual que estas representaciones se adapten a escenarios urbanos o arquitecturas de uso público, como ocurre con los espectáculos callejeros que incluyen el circo o la comedia del arte.

Por otro lado, eventos que en principio no se consideran artísticos, como desfiles, procesiones religiosas, festividades populares e incluso carnavales, suelen incorporar una evidente dimensión escénica. Estas expresiones, debido a su impacto performativo y su capacidad para generar una conexión con el público, son frecuentemente valoradas dentro del ámbito de las artes escénicas.

Del mismo modo el cine puede ser conceptualizado como un arte escénico en virtud de que se presenta en un escenario específico, la pantalla, donde converge y armoniza elementos de distintas disciplinas artísticas como el teatro, la música y la danza. Esta característica le confiere la capacidad de proporcionar una experiencia tanto visual como emocional, caracterizada por su constante fluidez y dinamismo. Habitualmente designado como el "séptimo arte", el cine se distingue por su destreza en integrar múltiples formas de expresión artística, articulando narrativas con notable profundidad y vitalidad.

Sin lugar a dudas, las dos disciplinas escénicas en las que la gastronomía ha ejercido una mayor influencia, desempeñando un papel recurrente, son el cine y el teatro. En estos contextos, la gastronomía se configura como un símbolo multifacético que puede representar celebración, seducción, misterio, peligro, o incluso servir como indicador de estatus social y expresión de identidad cultural. Su presencia en estas formas artísticas no solo contribuye al desarrollo de los personajes y a la progresión narrativa, sino que también moldea la atmósfera, siendo un elemento esencial en escenas que abarcan desde festividades y momentos románticos hasta intensos dramas y thrillers cautivadores.

En el escenario de "Saber para Comer", se realizará un recorrido por las distintas expresiones artísticas escénicas en las que la gastronomía forma parte del discurso narrativo y simbólico.


MUSEO GASTRONOMICO.

“Los museos eliminan fronteras y construyen entendimiento.” (Federico Mayor Zaragoza).

La gastronomía no solo constituye una fuente esencial de nutrición, sino que también representa un medio de expresión cultural, una manifestación de opulencia, un ritual de interacción social y un placer compartido que involucra la totalidad de los sentidos mientras enriquece el espíritu. Según un proverbio popular, tendemos a "comer más con los ojos que con la boca", destacando así cómo el arte culinario, impregnado de creatividad y cromatismo similar al de la pintura y escultura fundamentalmente, que cautiva a través del sentido de la vista. De manera similar a un laboratorio alquímico, donde frascos, tarros, pinceles y herramientas diversas se entrelazan, tanto el chef como el artista transforman materias primas como el azafrán, las bayas, el aceite de nuez o de linaza, la caseína, la cola de pescado, el vinagre y la yema de huevo en obras que simbolizan la transición entre lo natural y lo cultural mediante la dicotomía entre lo crudo y lo cocido.

Con este recorrido culinario, el museo de  "Saber para Comer" aspira a satisfacer las expectativas del visitante, brindándole una experiencia sensorial que deleite tanto el paladar como la vista, estableciendo así un banquete integral para los sentidos.

LAS SIETE BELLAS ARTES Y LA GASTRONOMIA.

"La belleza artística no consiste en representar una cosa bella, sino en la bella representación de una cosa". (Immanuel Kant).

Las siete bellas artes representan diversas disciplinas consideradas como formas de expresión creativa que destacan por su elevado valor estético y que se perciben y disfrutan fundamentalmente a través de los sentidos de la vista y el oído. Estas manifestaciones artísticas han sido reconocidas a lo largo del tiempo por su capacidad para transmitir emociones, ideas y belleza, conectando profundamente con las experiencias humanas. 


Cuando hablamos de Bellas Artes, es fácil pensar en arquitectura, escultura, pintura, música, danza, literatura y cine. Estas disciplinas han sido reconocidas a lo largo de la historia como los pilares de la expresión artística. Sin embargo, aunque la gastronomía no figura oficialmente en esta lista, muchos la colocan cerca del mismo pedestal. Y no solo por su capacidad de alimentar, sino por cómo conecta con el alma, despierta emociones y narra historias con creatividad y pasión, tal como cualquier otra forma de arte.

No es casualidad que la gastronomía encuentre su reflejo en las Bellas Artes. Cada una de estas disciplinas deja su impronta en el universo culinario, elevando la experiencia de comer a algo mucho más profundo que simplemente satisfacer el hambre.

1.Arquitectura: Cada plato que llega a una mesa tiene algo de diseño arquitectónico. Desde la disposición armoniosa de los ingredientes hasta cómo los restaurantes organizan sus espacios para enriquecer el ambiente. Al igual que un edificio bien diseñado, un buen plato necesita equilibrio, funcionalidad y estética.

2.Escultura: ¿Quién no ha quedado maravillado por las tallas intrincadas en frutas o vegetales? Desde figuras hechas de chocolate hasta postres que parecen pequeñas obras maestras, la escultura se aprecia a diario en el arte culinario.

3.Pintura: La comida es pura expresión visual antes incluso de deleitar al paladar. Los chefs manejan colores y texturas como un pintor maneja su pincel, logrando composiciones que emocionan desde el primer vistazo.

4.Música: El poder de una melodía para potenciar momentos especiales también se siente en los restaurantes. La música cuidadosamente seleccionada puede intensificar los sabores o definir el tono de una experiencia gastronómica inolvidable.

5.Danza: La cocina tiene ritmo. Desde los movimientos armónicos de los chefs frente a sus fogones hasta el elegante fluir del servicio en una sala. En eventos temáticos, esta sinergia tiene su corona cuando la danza y la gastronomía se entrelazan frente a los comensales.

6.Literatura: La cocina también cuenta historias, ya sea a través de libros que documentan tradiciones o mediante menús que narran el viaje creativo de un chef. Incluso una receta, con su precisión y tacto al ser escrita, puede evocar poesía.

7.Cine: La pantalla grande y el mundo culinario forman una pareja fascinante. Desde clásicos como "El Festín de Babette" hasta entrañables filmes como "Ratatouille" o documentales como *Chef’s Table*, el cine amplifica la pasión inherente a la cocina y explora su magia desde perspectivas únicas.

Hoy más que nunca, los chefs son reconocidos como artistas. Sus creaciones no solo alimentan cuerpos sino que despiertan pensamientos y emociones profundas. Movimientos como la gastronomía molecular, encabezados por visionarios como Ferran Adrià, han redefinido cómo entendemos este arte al introducir innovación casi científica al proceso creativo.

Hay un universo de posibilidades para fusionar las Bellas Artes con la cocina. Integrar elementos como diseños impactantes en los platos, crear entornos musicales para enfatizar experiencias sensoriales o programar eventos culturales donde se mezclen gastronomía y arte puede transformar cualquier experiencia gastronómica en un acto trascendente.

La combinación entre las Bellas Artes y la gastronomía no solo dignifica esta última como una forma reconocida de arte; también abre un abanico infinito de creatividad para chefs, artistas y soñadores que buscan ofrecer algo más allá de una simple comida. Es un recordatorio de que comer también puede ser una experiencia sublime y profundamente artística.

LITERATURA Y GASTRONOMIA.

"La literatura culinaria es la de mayor contenido humano, un género que bien aderezado tiene la propiedad de concentrar pareceres, sumar voluntades y aunar votos". (Emilia Pardo Bazán). 

La gastronomía en la literatura trasciende su función meramente ornamental, consolidándose como un lenguaje universal que amplifica la experiencia del lector al entrelazar sabores, aromas y texturas con el desarrollo argumental y la construcción de los personajes. Este recurso narrativo adquiere una relevancia significativa al incorporar autenticidad, simbolismo y profundidad a las obras literarias, al tiempo que representa las dimensiones sociales, culturales y económicas que caracterizan a los personajes y sus respectivos contextos históricos. A lo largo de la tradición literaria, se ha puesto de manifiesto la estrecha conexión entre la narrativa y el ámbito culinario, dado que la alimentación es una parte intrínseca de la experiencia cotidiana humana, proyectándose de manera inevitable en las diferentes creaciones. Desde esta perspectiva, las creaciones literarias frecuentemente incluyen referencias gastronómicas que inciden en múltiples aspectos relacionados con los personajes. Numerosas obras  abordan esta temática tanto en el ámbito narrativo como en otras formas de expresión, como el teatro, brindando una perspectiva integral sobre este fenómeno. Esta aproximación temática permite explorar y analizar las transformaciones históricas y sociales, al igual que las prácticas culturales que se plasman en las manifestaciones literarias a través del tiempo. 

Las referencias vinculadas a la gastronomía están cargadas de un profundo significado. Todo lo relacionado con la comida puede albergar una fuerte dimensión simbólica, desde la persona que se ocupa de adquirir los ingredientes, pasando por los procesos de preparación, hasta las grandes celebraciones que giran en torno a ella. Incluso, el simple acto de comer puede quedar en un segundo plano frente a la importancia atribuida al alimento en sí. De igual manera, la gastronomía suele considerarse un reflejo de la identidad de cada país y cultura, actuando como un elemento diferenciador que destaca las particularidades geográficas, históricas, económicas, temporales y rituales.

El acto de comer se relaciona intrínsecamente con la manera en que la literatura se vincula al arte de cocinar. En el ámbito literario, el escritor puede ser comparable a un chef creativo que, con dedicación y esmero, elabora su obra, ya sea un cuento, una novela, un drama o una pieza poética. Este autor sazona su creación con una generosa dosis de imaginación, semejante a los ingredientes que confieren sabor y carácter a un plato exquisito, todo ello con el propósito de cautivar al lector-comensal. El lector no solo experimenta la obra a través de la lectura, sino que disfruta y saborea, como en un festín sensorial, las interacciones entre espacios, personajes y acontecimientos que componen cada fragmento narrativo. Así, el escritor se convierte en un verdadero alquimista de las palabras, un maestro culinario que experimenta, ajusta y reinventa formas originales de concebir la literatura, sirviendo al público en cada libro una experiencia renovada y sorprendente.

Resulta difícil concebir que dos mundos tan distintos como la literatura y la gastronomía puedan estar separados; sin embargo, si observamos a los escritores que no solo se han dedicado a disfrutar de los sabores y placeres culinarios ofrecidos en diversas mesas, descubriremos que son muchos los que han explorado esta conexión.

CATALINA DE MEDICI. UNA FLORENTINA EN PARIS.

“Mucho mejor me sabe lo que como en mi rincón, sin melindres ni respetos, aunque sea pan y cebolla, que los gallipavos de otras mesas donde me sea forzoso mascar despacio, beber poco, limpiarme a menudo, no estornudar ni toser si me viene gana, ni hacer otras cosas que la soledad y la libertad traen consigo.” (Miguel de Cervantes).

La historia de la gastronomía francesa, famosa en todo el mundo por su elegancia y exquisitez, suele relacionarse con personajes históricos y épocas relevantes que llegaron después. No obstante, sus bases más tempranas y transformadoras comenzaron a consolidarse en un periodo sorprendente y bajo la influencia de una figura que no era originaria de Francia: Catalina de Medici.


Catalina de Medici.

Nacida en el influyente linaje de los Medici en Florencia, Italia, en 1519, Catalina arribó a Francia en 1533 para unirse en matrimonio con quien más tarde sería el rey Enrique II. Italia, epicentro del Renacimiento, lideraba avances en numerosas disciplinas, incluidas las artes gastronómicas. La corte florentina destacaba por un refinamiento en sus banquetes que superaba ampliamente las prácticas culinarias francesas de la época. Catalina no llegó sola a su nueva tierra; la acompañó una dote que no solo incluía riquezas y artistas, sino también un grupo de cocineros, pasteleros y expertos italianos en etiqueta y arte de la mesa, determinados a reproducir en la corte francesa la grandeza de su patria.

Antes de la llegada de Catalina, los banquetes en la corte francesa, aunque generosos, eran relativamente simples en comparación con los florentinos. Predominaba el uso de las manos para comer, los platos eran servidos frecuentemente todos al mismo tiempo, y las normas de etiqueta en la mesa resultaban menos estrictas. Catalina, habituada al refinado "savoir vivre" italiano, impulsó una auténtica transformación en la organización y protocolo de los banquetes.


Palacio de Fontainebleau

Apasionada por los banquetes y el buen gusto culinario, sus famosas celebraciones en lugares emblemáticos como el Palacio de Fontainebleau se convirtieron en auténticas exhibiciones de sofisticación. No solo priorizaba la calidad y creatividad de los platos, sino también su presentación. Introdujo el uso de arreglos florales como parte de la decoración de las mesas, un elemento que hoy parece habitual pero representaba una auténtica innovación en su época. Además, puso fin a la separación entre hombres y mujeres durante los banquetes, alentando a que compartieran mesa y promoviendo así la conversación y el intercambio social.

Una de las aportaciones más fascinantes y menos conocidas de Catalina de Médici a la cultura francesa, y por ende a la europea, fue la introducción y popularización del tenedor. Aunque instrumentos similares, aunque rudimentarios, ya existían en ciertos rincones del mundo (se dice que Catalina los descubrió gracias a mercaderes venecianos que los habían traído desde la sofisticada corte de Constantinopla), su uso en Europa occidental era prácticamente inexistente y, en Francia, una auténtica rareza.


Cubiertos del período Renacentista. Siglo XVI París.

Cuando Catalina llegó a Francia en 1533 como parte de su matrimonio con Enrique II, lo hizo acompañada de sus propios tenedores. Estos curiosos utensilios provocaron en un principio una mezcla de desconcierto, burla e intriga entre los franceses. Sin embargo, el tiempo les daría un lugar central en las mesas nobiliarias. Con el tiempo, el diseño del tenedor evolucionó, incorporando dos dientes y un mango más largo, convirtiéndose en un instrumento más funcional. Inicialmente considerado casi como una excentricidad o una pieza ornamental, comenzó a establecerse como un elemento esencial en la vida cotidiana de la corte.

El impacto del tenedor fue más profundo de lo que podría parecer a simple vista. Su llegada no solo simplificó la forma de consumir ciertos alimentos, sino que también cambió por completo los hábitos en la mesa al promover estándares de limpieza y sofisticación al comer. Más allá de su utilidad práctica, marcó un antes y un después en la etiqueta culinaria. Este pequeño pero poderoso utensilio transformó las costumbres sociales y gastronómicas de toda una época.

El grupo de cocineros y pasteleros italianos que acompañó a Catalina llevó consigo una variedad de ingredientes, técnicas y preparaciones que resultaron innovadoras para la cocina francesa de la época. La combinación de la tradición culinaria francesa con estas nuevas ideas italianas marcó el inicio de una evolución que definiría la sofisticación de la gastronomía francesa en los siglos posteriores.

Dentro de las aportaciones más notables que se atribuyen a dicha influencia, se destacan:

  • La Pasta: Introdujo este alimento esencial en Italia, presentándolo en sus múltiples formas a la cocina francesa, donde era poco común en ese entonces.
  • Las Alcachofas: Popularizó el consumo de este vegetal, muy valorado en la gastronomía italiana.
  • Espinacas a la Florentina: Incorporó una preparación particular de las espinacas que sería conocida como "a la florentina", resaltando su origen y estilo culinario.
  • La Bechamel: Aunque el origen exacto de esta salsa es objeto de debate, la llegada de cocineros italianos que utilizaban mezclas a base de leche, harina y mantequilla influyó notablemente en su desarrollo dentro de la cocina francesa.
  • El Helado: Se le acredita haber introducido el helado como postre en la corte francesa, un placer refinado que cautivó a la realeza.
  • Golosinas y Dulces: Promovió una gran variedad de golosinas y dulces, destacando la tradición pastelera italiana como una referencia de excelencia.
  • Uso de Aguardientes y Licores: Extendió el uso de estos ingredientes, no solo como bebidas, sino también para enriquecer recetas de platos y postres.
  • Aceite de Oliva de la Toscana: Fomentó la utilización del aceite de oliva de alta calidad procedente de su región natal, la Toscana, dentro de la gastronomía francesa.
Esta tabla destaca únicamente algunas de las contribuciones más significativas. La incorporación de cocineros italianos dejó una marcada influencia en las técnicas culinarias, la mezcla de sabores y la presentación de los platos, contribuyendo a elevar el estándar general de la gastronomía en la corte.


El banquete de bodas. (Sandro Botticelli).

Aunque resulta complicado atribuir con certeza platos específicos a Catalina de Medici, su impacto culinario marcó un antes y un después en la gastronomía francesa. Durante su influencia, algunas preparaciones que hoy consideramos clásicos de la cocina francesa comenzaron a tomar forma, posiblemente gracias a las técnicas e ingredientes italianos que ella introdujo.

Entre las propuestas destacadas de esta época encontramos:
  • Pato a la naranja  
  • Pollo al vino tinto (Coq au vin)  
  • El consomé  
  • Faisán con uvas  
  • El vol-au-vent y otras elaboraciones con hojaldre  
Además, el refinamiento en el uso de salsas como la bechamel, la incorporación de ingredientes novedosos como las alcachofas o el aceite de oliva, y la enorme evolución en el ámbito de la repostería (visible en los hojaldres y la confitería) son claros reflejos del aporte italiano traído por su corte culinaria. Estos manjares simbolizan la transición de una gastronomía medieval más rústica hacia una cocina renacentista, más compleja y elaborada, que sentó las bases de la sofisticación culinaria que identifica a Francia hasta el día de hoy.

El título de madre de la gastronomía francesa puede parecer excesivo, pero si se analiza la evolución de una cocina nacional como un proceso complejo, moldeado por múltiples influencias a lo largo de los siglos, la figura de Catalina de Medici resulta fundamental cuando se habla de los primeros pasos hacia el refinamiento que caracteriza hoy a la cocina francesa. Sin lugar a dudas, Catalina fue una gourmet refinada y desempeñó un papel clave como promotora de la primera gran transformación culinaria en la corte francesa.

Al introducir no solo nuevos ingredientes y técnicas, sino también una filosofía centrada en la buena Mesa, que daba importancia a la presentación cuidada, el protocolo y una experiencia sensorial completa (que incluía desde la decoración hasta el ambiente social), Catalina estableció las bases para el desarrollo posterior de la alta cocina francesa. Su influencia marcó un contraste significativo con las prácticas culinarias medievales y abrió camino a la experimentación y el perfeccionamiento que acabarían llevando la gastronomía francesa al prestigio internacional que goza en la actualidad.

FIESTAS GASTRONOMICAS.

En los tiempos de crisis interna, los hombres de buena voluntad y generosidad deben ser capaces de festejar. (John F. Kennedy). 

Los festivales, ferias y celebraciones gastronómicas se han convertido en eventos clave para disfrutar del ocio, donde la comida y las bebidas son las grandes protagonistas. Ya sea que giren en torno a una técnica culinaria específica, un ingrediente destacado o los sabores únicos de una región, estos encuentros ofrecen una experiencia deliciosa e inmersiva. Históricamente, estas festividades surgieron como una forma de fortalecer los lazos comunitarios, celebrando y agradeciendo las cosechas prósperas.


Hoy en día, estas ferias han evolucionado hacia propósitos más variados e incluso especializados. Por un lado, sirven para resaltar la gastronomía tradicional, como suele suceder en los festivales de cocina étnica que buscan preservar y dar visibilidad a culturas culinarias únicas. Por otro lado, abordan temas actuales como la alimentación saludable o la agricultura orgánica, siendo las ferias ecológicas el escenario perfecto para reivindicar hábitos conscientes y sostenibles. Además, estas celebraciones también se han transformado en poderosas herramientas de promoción turística, impulsando economías locales mediante la atracción de visitantes curiosos por descubrir nuevos sabores y experiencias.

En definitiva, estos eventos no solo se limitan a celebrar la comida; son verdaderos puntos de encuentro multiculturales y mesas compartidas donde tradición, innovación y turismo se entrelazan para ofrecer algo más que un simple bocado: toda una experiencia sensorial y cultural.

Los festivales de comida suelen estar ligados a la gastronomía característica de un lugar, actuando como reflejo del patrimonio cultural local y, a la vez, promoviendo esa cultura como un producto atractivo para un público más amplio, ya sea nacional o internacional. Tradicionalmente, estos eventos estaban asociados con las temporadas de cosecha de alimentos importantes para una comunidad. Sin embargo, los festivales gastronómicos actuales suelen ser organizados por empresas comerciales o asociaciones sin fines de lucro, con un fuerte enfoque en estrategias de marketing. Su éxito se mide principalmente por los ingresos que logran generar para la comunidad local, la región o la entidad organizadora. Además, estos festivales forman parte esencial del turismo gastronómico, que aprovecha la cocina regional y los eventos culinarios para impulsar el desarrollo del sector turístico en una determinada localidad.

Los festivales gastronómicos se han convertido rápidamente en una pieza clave dentro de la creciente industria del turismo alimentario. Este tipo de turismo, por sí mismo, representa un componente esencial del sector turístico a nivel mundial, y los festivales gastronómicos han demostrado ser un motor para el desarrollo de las economías locales. Estos eventos han adquirido una gran importancia en la construcción de la identidad de muchos destinos, proporcionando una razón específica basada en eventos para atraer visitantes a áreas menos conocidas y promoviendo productos y servicios locales más allá del entorno urbano. Diversos estudios de caso han evidenciado que los festivales de comida pueden contribuir significativamente a la sostenibilidad social, al mismo tiempo que impulsan las industrias del turismo y la hostelería. Además, el turismo gastronómico se posiciona como una de las principales motivaciones para que las personas asistan a estos festivales alrededor del mundo. Investigaciones han señalado que quienes participan en este tipo de turismo suelen mostrar una mayor disposición a asistir a futuros festivales gastronómicos, generando beneficios continuos para las comunidades anfitrionas.

CURIOSIDADES GASTRONOMICAS.

La primera y la más simple emoción que descubrimos en la mente humana es la curiosidad. (Edmund Burke).

La curiosidad es una emoción placentera que implica el deseo de buscar información, adquirir conocimientos y explorar nuevas experiencias. Surge del interés por superar límites, ampliar nuestra comprensión y profundizar el entendimiento del mundo que nos rodea. Considerada una emoción positiva, está estrechamente ligada al interés por descubrir novedades y resolver incógnitas. Esta inclinación natural del ser humano puede manifestarse como un estado emocional pasajero o consolidarse como parte de la propia personalidad.

En el ámbito de la gastronomía, las curiosidades son datos o informaciones que generan interés, sorpresa o admiración debido a su originalidad, rareza o carácter poco común. A menudo se presentan en forma de hechos interesantes o anécdotas que capturan la atención por ser inusuales o inesperados. Incluyen detalles fascinantes relacionados con la ciencia, la historia, la naturaleza o aspectos cotidianos vinculados al mundo culinario.

Uno de los elementos más destacados y cautivadores de la curiosidad es su poder para impactar de manera significativa en nuestra motivación intrínseca, ese impulso interno que nos lleva a actuar sin necesidad de recompensas externas. Cuando algo capta nuestro interés de forma sincera y auténtica, ya sea un tema específico o una actividad concreta, tendemos a comprometernos con mayor pasión, persistencia y atención, desarrollando un vínculo más profundo con lo que hacemos. La curiosidad desempeña un papel fundamental en este proceso al estimular nuestra inclinación natural por explorar e indagar, transformando lo que podría considerarse una tarea rutinaria o monótona en una experiencia enriquecedora y dinámica. De esta manera, el aprendizaje deja de percibirse como una simple obligación o un esfuerzo tedioso, convirtiéndose más bien en una aventura emocionante que nos invita a descubrir, satisfacer nuestras inquietudes, y ampliar las fronteras de nuestro conocimiento y comprensión del mundo que nos rodea.

ESTOMAGO. PODER, SEXO Y GASTRONOMIA.

El líder solo puede mantenerse en el poder asegurándose satisfacer las necesidades  de quienes lo respaldan.

"Estómago" es una fascinante historia de supervivencia social que entrelaza con maestría los sabores de la cocina y los rincones más profundos del ser humano. Su protagonista, Raimundo Nonato, es un hombre sencillo y algo ingenuo que deja atrás la vida del campo para buscar un futuro en la ciudad. Con pocas esperanzas, pero un don que pronto descubrirá cambiará su destino: su talento innato para la cocina.

La vida de Nonato comienza en el modesto y descuidado bar de Zulmiro, un hombre hosco que lo acoge a regañadientes. Raimundo encuentra refugio en un pequeño cuarto trasero infestado de ratas y cucarachas, donde trabaja incansablemente a cambio de un plato de comida. Sin embargo, en ese ambiente adverso, se descubre como un cocinero excepcional y transforma aquel bar decadente en un lugar de cierto éxito. 

El giro inesperado llega una noche cuando Giovanni, el dueño de un renombrado restaurante italiano, queda asombrado al probar las creaciones culinarias de Nonato. Al contratarlo como ayudante de cocina, le abre las puertas a una vida completamente nueva. Raimundo empieza así su travesía por el mundo de los sabores italianos, descubre la magia de las recetas tradicionales y se deja seducir por el encanto del vino. Poco a poco, su vida cambia: consigue una casa, viste mejor y entabla nuevas relaciones. Entre ellas surge un vínculo peculiar con Iria, una prostituta de apetito voraz que lo enamora, envolviendo a Raimundo en una relación simbiótica que encierra un intercambio primitivo: sexo por comida.

Sin embargo, ese amor transforma a Raimundo más allá de lo esperado. De un hombre humilde y soñador pasa a convertirse en un asesino, cegado por pasiones desbordadas. Su crimen lo lleva tras las rejas, pero incluso allí, su habilidad en la cocina le abre nuevas puertas. En la cárcel, comienza a cocinar para sus compañeros de celda y gradualmente gana influencia. Finalmente, manipulando el arte del sabor y el veneno, Nonato elimina al líder de los presos y toma su lugar, disfrutando del poder y los privilegios que este ostentaba.

"Estómago" es más que un relato; es una degustación para adultos que explora con profundidad temas como el poder, el sexo y la gastronomía.  Una obra que desgarra el alma con su crudeza y sorprende con cada giro, todo mientras nos sumerge en una mezcla deliciosa y perturbadora de emociones humanas.

DORMIRSE EN LOS LAURELES.

"A reinar fortuna vamos
no me despiertes si duermo,
y si es verdad no me duermas.
Más, sea verdad o sueño,
obrar bien es lo que importa.
Si fuere verdad por serlo,
si no, por ganar amigos,
para cuando despertemos".

(Calderón de la Barca)

El idioma español está lleno de expresiones y frases hechas que usamos cotidianamente, a menudo sin detenernos a pensar en su origen. Una de ellas es la conocida locución "dormirse en los laureles", que empleamos para describir a alguien que se vuelve complaciente o pierde motivación tras alcanzar cierto éxito. Pero, ¿Cuál es el verdadero origen de esta expresión y qué simbolizaba originalmente? En este artículo, analizaremos su historia y evolución.

La frase "dormirse en los laureles" encuentra su origen en la Antigua Grecia y en la Roma clásica. En esas épocas, el laurel era un símbolo de triunfo y prestigio. Los vencedores de los Juegos Olímpicos y otras competiciones importantes recibían una corona de laurel como premio, en honor a su esfuerzo y destreza. Por ello, el laurel representaba el éxito, la gloria y el reconocimiento en la esfera pública.

Sin embargo, aunque la expresión tiene un origen con una connotación positiva, su significado actual es bastante distinto. Decir que alguien se ha dormido en los laureles implica que esa persona dejó de esforzarse o trabajar arduamente tras alcanzar cierta fama o reconocimiento. Es como si se hubiera acomodado en los logros obtenidos y adoptado una actitud complaciente.  

La frase ha ido evolucionando con el tiempo. Su transformación a lo largo de los siglos explica este cambio de significado. Durante la Edad Media ya se empleaba de manera similar a como la entendemos hoy, aunque con algunas variaciones lingüísticas. Por ejemplo, se utilizaba ‘dormirse en los loureles’, una forma arcaica de la palabra laurel. En aquel entonces, la expresión describía a los caballeros que, tras ganar una batalla o lograr una posición destacada, se volvían perezosos y abandonaban su espíritu de lucha.

En el siglo XVIII, la expresión experimentó una evolución que la llevó a adquirir la forma con la que la conocemos actualmente. Durante este periodo, se popularizó en la literatura, usándose principalmente para aludir a aquellos artistas o escritores que, tras haber alcanzado cierto nivel de éxito, se volvían complacientes y dejaban de producir obras destacables. En este marco, los laureles simbolizaban el reconocimiento y la fama, mientras que "dormirse en ellos" representaba la falta de esfuerzo y perseverancia.

Con el tiempo, la frase trascendió al lenguaje cotidiano, adaptándose a diversos contextos. En la actualidad, empleamos esta expresión para describir a cualquier persona que, luego de conseguir un logro significativo, se acomoda y deja de esforzarse por superarse. Ya sea en el ámbito laboral, académico o personal, "dormirse en los laureles" se percibe como una actitud negativa que frena el desarrollo y la capacidad de alcanzar nuevas metas.

En esencia, esta frase se ha convertido en una advertencia clara: no debemos conformarnos con lo conseguido, sino mantenernos activos, trabajando y esforzándonos constantemente para seguir creciendo y mejorando.

ANDEME YO CALIENTE Y RIASE LA GENTE.

Las flores a las personas ciertos ejemplos les den, que puede ser yermo hoy el que fue jardín ayer. (Luis de Góngora).

Luis de Góngora

La letrilla "Ándeme yo caliente y ríase la gente" de Góngora resalta una clara inclinación hacia una vida sencilla y los placeres cotidianos, reflejados en detalles como saborear una morcilla asada, acompañada de mantequilla y pan fresco. El autor contrapone esta elección humilde y reconfortante a los excesos de la alta sociedad, representados por lujos superfluos como comer en vajillas doradas. En lugar de buscar la opulencia o las inquietudes asociadas al poder y el estatus, Góngora opta por ensalzar la llamada "dorada mediocridad", valorando la tranquilidad del hogar y los alimentos simples que reconfortan, frente a las responsabilidades y pretensiones de los poderosos.


     ANDEME YO CALIENTE Y RIASE LA GENTE


 Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.
 
Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados
como píldoras dorados,
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.
 
Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.
 
Busque muy en buena hora
el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.
 
Pase a media noche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama;
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.
 
Pues Amor es tan cruel
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.

LAS RECETAS DEL HAMBRE. EL LIBRO QUE NADIE QUISO ESCRIBIR.

El hambre es el primero de los conocimientos: tener hambre es la cosa primera que se aprende. Y la ferocidad de nuestros sentimientos, allá donde el estómago se origina, se enciende. (Miguel Hernandez).

Parece que queda muy lejos la época cuando el hambre azotaba España; muchos jóvenes ni siquiera saben que sus abuelos vivieron y sobrevivieron a aquellos 'años del hambre'. No hace falta viajar mucho tiempo atrás para llegar a esa época de "promesas de futuro en tiempos de alacenas desiertas". Los antropólogos David Conde y Lorenzo Mariano echan la vista atrás en el libro 'Las recetas del hambre', una "oda a la imaginación" de las generaciones de la guerra y la posguerra que cocinaron lo que parecía incomestible y dejaron huella social.

La vivencia de los llamados años del hambre en España es un tema que ha recibido escasa atención. Durante décadas, la memoria colectiva ha preferido sumir aquellos días de escasez y adversidad en el olvido, impulsada por el miedo a la vergüenza y al dolor que evocan. Se ha rechazado hablar del hambre como si enfrentarlo públicamente fuese un motivo de deshonra. Este libro busca ser un aporte al redescubrimiento de uno de los episodios más desgarradores de la historia reciente del país, pero desde una óptica diferente: con orgullo, reconociendo que resistimos y logramos sobrevivir.


Desde la recuperación de fragmentos de vidas encapsulados en las particulares maneras de cocinar —las recetas surgidas durante los años del hambre—, se propone una perspectiva renovada sobre aquel periodo en que hombres y mujeres decidieron no rendirse, encendiendo el fuego para transformar la carencia en sustento. Se detalla cómo la creatividad culinaria permitió a los españoles y españolas de entonces afrontar la tarea de alimentar a sus familias con escasos y poco variados ingredientes. Estas recetas no se presentan como simples instrucciones para cocinar, sino como vehículos para rememorar y conectar con la experiencia cotidiana de unos tiempos marcados por el hambre, el miedo y la resistencia inquebrantable.


Estas páginas invitan a tomar asiento en numerosas mesas y a escuchar lo que los platos, en medio de aquel tiempo de silencio, narraban a gritos: los miedos frente al futuro, los esfuerzos titánicos por alimentar a los hijos, y la labor precisa y casi artesanal de quienes encontraron la manera de salir adelante en épocas marcadas por el racionamiento y la escasez. A través de las ilustraciones que acompañan este relato, el lector descubrirá una selección de platos que trascienden el concepto de un recetario tradicional, ofreciendo algo mucho más profundo: relatos íntimos, modestos y cotidianos, marcados por la lucha y la resistencia. Son promesas de esperanza en días de alacenas vacía.